La educación post COVID-19: 6 claves y 3 retos
Victor Gonzalez Pacheco 6 mayo, 2020
Llevamos ya varias semanas de confinamiento y, junto al sufrimiento en común que todos estamos sobrellevando, hay algo que cada vez tenemos más claro: cuando esto pase, cuando superemos esta crisis, y cuando miremos atrás, veremos que el mundo antes del Coronavirus era muy diferente. No estoy hablando de cómo será el mundo inmediatamente después de la pandemia, sino unos años más tarde. Para entonces, habremos adquirido nuevos hábitos que nos parecían imposibles antes de 2020: trabajaremos de manera diferente, viajaremos de manera diferente, pagaremos de manera diferente, nos relacionaremos de manera diferente y también, esta vez sí, nos educaremos de manera diferente. Estos nuevos hábitos, una vez adquiridos serán difíciles de eliminar y cambiarán muchos aspectos de la sociedad. Veamos como lo harán en la educación.
¿Cómo será la educación post COVID-19?
Digital
El primer cambio es, como no podía ser de otra forma, que nos hemos vuelto más digitales. En la educación, el factor tecnológico cobrará mucha más fuerza que antes y esto nos obligará a replantearnos las metodologías. La masterclass cada vez tendrá menos sentido (aunque no desaparecerá completamente), y derivará hacia formatos asíncronos. Los alumnos esperarán que, si el profesor va a impartirles un monólogo, ellos puedan pausar, avanzar y retroceder la clase a su antojo, tal y como ya lo hacen con vídeos en Youtube u otras plataformas. Es más, en un mundo en el que cada vez estamos más ocupados y bombardeados de estímulos, será común ver las lecciones más tediosas aumentando la velocidad de reproducción a 1,5x o 2x (es decir, aumentando la velocidad a un 50% o a el doble del ritmo normal). Si os parece sorprendente, pensad que ya hay gente demandando poder cambiar la velocidad de reproducción en servicios como Netflix. Si esto ocurre con el entretenimiento, estad seguros que también lo haremos en otro tipo de contenidos.
Líquida
Los primeros meses tras el confinamiento es probable que las clases no se puedan llenar al 100%, por lo que los profesores tendrán que estar preparados para impartir clase tanto a alumnos presenciales como alumnos digitales. Por ello, la digitalización también nos llevará a una educación más líquida, alternando y combinando fases presenciales con fases no presenciales y fases síncronas con fases asíncronas. Las flipped classroom cobrarán más importancia aún y, esperemos, incrementarán su adopción. Esto requerirá a los profesores a adaptarse a nuevas metodologías a las que no estaban acostumbrados. Primero, tendrán que convertirse en generadores de contenidos digitales, y segundo, en gestores de experiencias y dinámicas en clase. Los alumnos que acudan presencialmente a clase esperarán que estas sean momentos memorables con experiencias por las que merezca la pena haber invertido su tiempo en ellas.
Life-long
Life-long learning ya estaba con nosotros, pero ahora ha llegado para quedarse. Estamos en un mundo VUCA (Volatile, Unknown, Complex, Ambiguous) y la presión por la constante mejora y reciclado serán más fuertes que nunca. El aumento de la presión por digitalizar las empresas y las organizaciones no hará más que acelerar este proceso. Y aquí los MOOCs y otras iniciativas similares deberán aceptar el reto. Hasta ahora, a pesar de ser una gran promesa, siguen enfrentándose a tasas de abandono enormes y reducirlas será (es ya) su próximo reto. Probablemente la dirección a tomar será virar hacia módulos más y más pequeños donde el alumno podrá adquirir pequeñas skills invirtiendo muy poco tiempo. Esto está alineado con dos tendencias actuales: la primera es la inmediatez que todos demandamos en esta sociedad hiperconectada, mientras que la segunda es el mercado basado en skills, consecuencia de cambios en la demanda de perfiles en las empresas (ya no buscan candidatos para cubrir sus puestos, si no que buscan skills concretas para cubrir necesidades).
Abierta y colaborativa
La educación será más abierta y colaborativa. Antes de Internet, el libro y el profesor eran la única fuente de conocimiento. Ahora los alumnos tienen que aprender a filtrar información entre un mar de abundantes fuentes, no siempre fiables. Pero Internet no sólo trajo más fuentes de información. También nos permitió estar permanente conectados con colegas, amigos y familiares. Así que, seamos realistas, en una sociedad hiperconectada no esperemos que los alumnos estén contentos cuando sus profesores les pidan que se desconecten del mundo para “aprender”. Preguntad a cualquier adolescente que conozcáis como hacen “quedadas virtuales” en Whatsapp y otras aplicaciones de mensajería instantánea para resolver ejercicios juntos. Es paradójico que esperemos que los alumnos resuelvan sus trabajos y ejercicios individualmente, cuando el mundo laboral valora enormemente las capacidades de colaboración y trabajo en equipo. En lugar de prohibir estas prácticas ¡deberíamos alentarlas!
Sin exámenes
El examen perderá fuerza como instrumento de evaluación. En un entorno educativo líquido, con fuerte asincronía, y profundamente colaborativo, el examen pierde sentido y cederá terreno en favor de otras metodologías de evaluación. Entre otras, peer review y sistemas de evaluación automatizados, capaces de devolver feedback en tiempo real al alumno cobrarán cada vez más peso. Para ello los tutores y formadores deberán diseñar las experiencias educativas cuyas evaluaciones permitan corregir y mejorar al alumno casi a la vez que va aprendiendo. Cobrarán también fuerza otros aspectos más cualitativos y, según el tipo de educación, autoevaluables. Muchos docentes son escépticos, pero os garantizo que hay vida más allá de los exámenes. Cuando he impartido docencia en la universidad jamás he evaluado a mis alumnos con este tipo de pruebas, y ahora que lo impartiré clases en una escuela de negocios, tampoco pienso hacerlo. Pero no penséis que esto es sólo aplicable a educación universitaria o post-universitaria. Mis hijas acuden a un colegio sin exámenes, y cada trimestre recibo un informe completo indicando en qué son fuertes y qué deben reforzar. No utilizar exámenes no significa no evaluar ni desconocer el nivel de avance de los alumnos, sino hacerlo de otra manera. Y en el mundo post-covid ya no deberá ser la excepción.
Retos a abordar
· Tecnológico. El digital divide es real en muchos países y los gobiernos tendrán que luchar para garantizar que este no afecte a la igualdad del derecho a educación básica. Esto tendrá menos peso en la educación terciaria y corporativa, pero será especialmente importante educación primaria y secundaria. Ha ocurrido ya durante el confinamiento y será uno de los retos a resolver. Proveer de tecnología y conectvidad a las aulas es clave, pero también hay que garantizar el acceso a la conectividad y a medios tecnológicos por parte de todo el alumnado en sus hogares.
· Desarrollo de capacidades. En cualquier proceso de transformación digital (y el proceso de transformación de la educación es uno) es de vital importancia garantizar que la fuerza laboral adquiera las capacidades adecuadas para poder llevar a cabo esta transformación. La alfabetización digital será más importante que nunca, requiriendo a los docentes convertirse en expertos en creación de contenidos multimedia, publicación y administración web, gestión de comunidades digitales, etc.
· Metodológico. En el ámbito educativo, los docentes no sólo van a tener que aprender nuevas herramientas, sino que, más importante aún, tendrán que aprender nuevas metodologías. La tecnología es la base, pero no debemos pensar que podemos resolver un problema arrojándole tecnología sin más. Cuando llegó la electricidad a las fábricas, una de las primeras críticas que recibió es que no aportaba ningún beneficio respecto al vapor. No fue hasta pasados varios años que se entendió que esta tecnología permitía reconfigurar el layout y la disposición de las máquinas en la fábrica, permitiendo ganancias enormes en productividad y eficiencia. Con la educación ocurrirá lo mismo, los mejores docentes no serán aquellos que dispongan de las mejores tecnologías, sino aquellos que descubran qué nuevas metodologías se pueden aplicar en este nuevo modelo educativo.
Sir Ken Robinson, en una de las charlas TED más famosas, asegura que tenemos un modelo educativo que data de la revolución industrial. Ha llegado el momento que lo modernicemos saltando de la revolución industrial a la revolución digital. Tenemos una oportunidad inigualable y éste es el momento adecuado. Aquellos que piensen que todo seguirá igual, sabed que vuestros clientes, vuestros alumnos, han cambiado de hábitos, han descubierto un nuevo mundo, el mundo digital, y ya han migrado hacia él. Estad seguros que ya no van a volver. Es el momento de decidir si migramos con ellos o nos quedamos en el viejo mundo… otro siglo más.